Los tratamientos con ácido son muy populares. Son adecuados para muchas personas y aportan resultados realmente increíbles. ¿Cómo funcionan los ácidos, cómo utilizarlos y cuántos tipos de estas sustancias existen? Este conocimiento ciertamente le ayudará a mejorar la condición de su piel.
¿Valen la pena los tratamientos con ácido?
No existe respuesta inequívoca a esta pregunta. Unos nos beneficiamos del uso de ácidos, mientras que otros no. Depende de muchos factores:
- los efectos que desea lograr,
- el tipo de piel y su estado,
- el tiempo de tratamiento,
- la intensidad del tratamiento,
- la tolerancia cutánea de un ingrediente determinado.
El propósito de los ácidos es exfoliar la piel irritándola. No a todo el mundo le gustará esto. Será menos agradable para pieles sensibles, deshidratadas y delicadas, pues estas pueden reaccionar con alergias, eritema, dolor e incluso acné. Sin embargo, los ácidos tienen la capacidad de eliminar las imperfecciones, regular las glándulas sebáceas, aliviar la inflamación y mejorar el estado general de la piel.
El tamaño de las partículas en el ácido
El tamaño de las moléculas y la solubilidad ácida juegan un papel importante en la terapia. Estos últimos pueden modificarse bajo la influencia del pH y el uso de sustancias especiales (recubrimientos). Cuanto más bajo sea el pH, mejor penetrarán las moléculas ácidas en las capas más profundas de la piel.
Los ácidos con pequeñas partículas penetrarán mejor la barrera hidrolipídica y proporcionarán un mayor efecto exfoliante. Gracias a ellos, la superficie de la piel se alisará, la decoloración será menos visible y las arrugas serán menos profundas. Además, los ácidos de moléculas pequeñas disuelven las impurezas acumuladas en los poros de la piel. Sin embargo, los ácidos fuertes con moléculas grandes tienen un efecto más suave, que consiste en crear una capa protectora alrededor de la piel.
Tipos de Ácidos
Podemos distinguir varios grupos de ácidos. Estos incluyen: Ácidos AHA (shikímico, pirúvico, glicólico, almendrado, láctico, cítrico, málico, guayaba), ácidos PHA (gluconolactona, lactobiónico), ácidos BHA y LHA (salicílico, lipohidroxi), y otros (azeláico, TCA, o tricloroacético).
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